Mi lista de blogs

lunes, 1 de octubre de 2007

LA MENTIRA...


La mentira debilita, y es una tremenda enfermedad... hasta el punto que si la padeces una vez, los ojos de los demás la perciben ya como crónica...

El otro día intentaba hacérselo ver a mi hija... tiene seis años... y estoy enseñándola a que no utilice la mentira como defensa... y que comprenda que no es necesaria para protegerse de la verdad, aunque nos duela mucho asumirla...

Le puse el ejemplo del cuento del pastorcito que gritaba ¡Qué viene el lobo!... Si necesito volver a la enseñanza, le diré lo que dijo Aristóteles... ”El castigo del embustero es no ser creído aun cuando diga la verdad...”

Hay muchos tipos de mentira y todas hacen daño... pero hay una que constituye un verdadero engaño... es la más extendida... y lo dijo Nietzsche... “la mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a uno mismo”...

Cuando no queremos vivir una realidad, nos plantamos unas gafas que distorsionan el escenario, nos creamos castillos en el aire de nuestra mente, nos pensamos lo que no somos, y al final... nos lo creemos.

Hay otra mentira difamatoria, un arte mezquino que se extiende como la pólvora... y es aquella que se distorsiona cuando contamos algo con mala intención... cuando empezamos frases como... sabes que dicen que... o no te has enterado que... o a que no sabes lo que le ha pasado a...

Son ríos de disparate que critican a cualquiera, que erosiona una persona y que entierran sin mover un solo dedo...

10 comentarios:

Anónimo dijo...

No me gusta mentir, ni que me mientan. Soy de esas personas que asumen las consecuencias de sus actos, sean las que sean. De hecho, como suelo adelantarme a los hechos, no espero a que los demás descubran mis errores por sí mismos, me he llevado unos cuantos palos por este motivo. He descubierto que a la gente sólo les gustan determinadas verdades, y si pretendes que acepten otras te rechazan, así es más fácil.

El cuento del pastorcillo yo se lo cuento a mi marido. Tiene la manía, desde siempre, de mentirme. Son chorradas, pequeñas cosas, y la mayoría de las veces termina contándome la verdad, pero el daño ya está hecho. No le creo, no me fío de él. Y cuando le digo que no le creo se enfada y me dice "te digo la verdad", pero sigo sin creerlo, no puedo evitarlo. Así que le pregunto las cosas mil veces, y aun así tengo que comprobarlas por mí misma, no me fío. Ya le he contado el cuento del pastorcillo, pero ni con esas. Lo peor es que para mí supone doble trabajo, hacer mis cosas y revisar las suyas.

Con respecto a las mentiras de otros, la verdad no practico de eso. No me interesa la vida de los demás, y de lo que puedan contarme no me creo ni la mitad. Sé lo que es que cuenten historias sobre tí sin ningún fundamento.

Y mentirme a mí misma, creo que no. Intento conocerme y aceptarme. Conozco mis defectos, conozco mis virtudes, e intento evitar unos y mantener otros. A veces es complicado.

Mentirse a uno mismo es una tontería, de hecho la más grande, porque al final siempre nos pillamos en la mentira. Porque aunque nos las creamos, llegará un día en el que no nos conozcamos, que delante del espejo sólo haya un extraño devolviéndonos la mirada.

Un beso.

LIA

DIÓGENES dijo...

Para LIA,

La mentira no tiene razón, pero sí puede tener causas... muchas veces si llegamos a conocerlas, a analizarlas, encontramos un origen escondido...

Nos pueden mentir por muchos motivos, pero generalmente son miedos... miedos que no reconocemos... miedos a la realidad... a afrontarla... a vivirla.

DoctorAmor dijo...

he llegado hasta aquí a través de elmundo.es... si te gusta ese blog, mira el que tengo
http://anasetoca.blogspot.com

por cierto, a mi lo de las mentiras, como que no me va tampoco...

saludos

Anónimo dijo...

Decía Santiago Auserón: "La mentira es algo que se esconde para no tener que existir...."

Gracias por enseñarle eso a tu princesa, si no aprendes a mentir nunca sabrás hacerlo bien, y cuando eres exigente no quieres hacer cosas que no sabes hacer bien. Seís años ya... y sigues con aquellos puntos en suspensión que hacían flotar tus letras como pensamientos tranquilos.

Beso y abrazo

DIÓGENES dijo...

Bien hallada seáis dulce Hisss,

Seis años... sí...

Y sigo punteando la vida...

Y sigo recordando aquellos dulces sueños que nos hacía perdernos en el Dorado, en aquella cripta... y en aquel poblado donde reinaba el viento...

¿Y si os digo que me he alegrado... mucho?...

Un beso, dulce Hisss, para vos...

Anónimo dijo...

LIA,

La mejor manera de descubrir una mentira no es enfrentándose al mentiroso sino darle suficiente confianza para que se denuncie el mismo con una o mas inconsistencias.


Snowhite

Anónimo dijo...

Snowhite,

Lo sé, llevo años con esta dinámica. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, y es verdad, si le das cancha termina delatándose él mismo. Y si no, ir de farol, de que sabes la verdad, también funciona. Al final, siempre acierto.

Pero la mayoría de las mentiras que me cuenta no son importantes, son del tipo, "has cerrado la ventana?", "claro", y no lo ha hecho. Esas son las que me desquician, porque las otras son más obvias, más identificables, pero que me mienta en una chorrada, en algo tan tonto, hace que me pregunte "qué espera conseguir?". Porque al final, las mentiras responden a un fin, y si este no existe, sólo hay una pregunta, por qué????

LIA.

Anónimo dijo...

Pienso que hay muchas clases de mentiras. Las que se dicen con el afán de hacer daño, las que se dicen por “presumir” o dar a entender lo que no somos, las que se dicen por no dañar o perjudicar, las que se dicen por temor a que la otra persona, la que escucha o pregunta, no esté preparada o no sepa aceptar la verdad y, tal vez las peores, las mentiras que no se dicen con palabras. Quizás hayan más… pero esa es la relación de posibles causas para mentir que me ha venido a la cabeza.
De todas esas clases de mentiras, la mentira dicha por temor es la que más puedo comprender. Y siempre pienso que ese tipo de mentiras encubren una gran Verdad y es esa, la verdad que esconde una mentira, la que es más importante para mí que la misma verdad y que la mentira misma.
Cuando intuyo que alguien me ha mentido siempre procuro pensar si acaso no he sido yo la “causante” de que me hayan mentido. Si de alguna manera he podido mostrarme rígida en mis pensamientos o en mis actitudes. Y que ese haya sido el motivo de ser objeto de recibir una mentira.
Me ocurrió con mis hijos… cuanto más “severa” era, más me mentían… Yo misma propiciaba con mi comportamiento el que ellos, alguna vez, me mintieran. Y procuré aprender… vaya que sí que procuré aprender… y las mentiras de ellos, poco a poco, ya no fueron “necesarias”.
En cualquier caso ya dejé de temer a esas mentiras que cualquiera me haya dicho por temor porque he procurado ir aprendiendo a no temer a las verdades.

Un abrazo

Anfar

Anónimo dijo...

Queridos contertulios:

La mentira goza de una mala fama horrorosa.... y lo digo yo que he engañado mucho, muchisimo, en el plano unica y exclusivamente sexual.

¿el por qué lo hice? Lo tengo clarisimo.

¿hice bien? Creo que hice lo que en ese momento podía hacer.

Es facil juzgar, es fácil incurrir en lo políticamente correcto, en abobinar la mentira, en juzgar al que engaña como alguien deleznable, indeseable, infiel para siempre..... me refiero a las mentiras en el plano sexual, a la infidelidad sexual.

La mentira, muchas veces, no solo es "piadosa" sino que a veces es enormemente terapeútica.... y siempre lo he dicho, no hay nada peor que serle infiel a uno mismo.

Así pues, partiendo de la base de que la infidelidad es una mentira, desde mi juventud e ignorancia, me cuestiono casi todos los postulados aqui recogidos. Creo que reflejan un análisis muy básico y generalizado de esta mentira en particular: la infidelidad.

No olvideis que muchas veces, a determinadas personas solo se las puede decir lo que estan preparadas para oir... si no las consecuencias pueden ser catastróficas.

Besos a todos desde una isla lejana.... o no tanto.


Happy (lost in traslation)

Anónimo dijo...

-Yo creo que una mentira solo es pasable cuando mientes para proteger y atajar asuntos que no conciernen a los demas para asi no tener que seguir hablando sobre ellos.