Dios mío… estoy muy nervioso.
Esta noche se volverá a colar en mi casa ese extraño animal. No puedo más, no lo aguanto. Es una sensación de terror. El individuo, encima, es un noctámbulo.
Ya ha venido varias veces y aunque sé que pasará por delante de mi puerta y a mí no me molestará, temo que en el último momento cambie de opinión y venga a hacerme una visita.
No puedo soportar esta tensión. No puedo quedarme esperando a que aparezca, porque lo que es seguro es que aparecerá.
En una paranoia sin sentido, pero desde el día que se convirtió en realidad, tengo pesadillas, sufro de su llegada. No puedo más.
Tenéis que ayudarme.
Os ruego que os quedéis conmigo velando armas. Me da miedo que el resto de la familia se dé cuenta de mi terror. He simulado que barría mi habitación por el simple hecho de dejar olvidada la escoba junto a la puerta.
Debéis socorrer mi miedo.
Yo, solo, no puedo. Quiero huir, pero no debo. Soy el padre de familia, soy el último que debe infundir terror al resto. Debo dar ejemplo… pero estoy acobardado, no puedo... ¡No puedo!
Cuando mi mujer duerma, dejaré a mi hija a su suerte, me esconderé bajo las sábanas y esperaré el despertar de un grito.
Mi hija será la primera en anunciarlo.
El señor Pérez vendrá irrefutablemente. No puedo evitarlo. Estoy perdido.
No sé si volveré por aquí.
…………………………………………………………………………………
P.D. Y menos mal que viene, pardiez, es un pesado.
Dos días llevamos llamándole, porque la paleta colgaba y no caía. Mi hija no comía. Purés, sopas con pajita… qué ganas de agarrarle el diente retorcido para ponérselo en la mano y comiera como es debido.
Hoy la hemos llevado al dentista. Ni cerraba la boca la condenada, ni articulaba palabra (y ya es milagro)… solo babeaba.
La dentista ha agarrado una barra de algodón manchada de un líquido y con dos dedos ha tirado.
¡Ya está! Ya lo tenemos aquí, puedes estar tranquila.
¿Tranquila? la hemos dicho. ¡Tranquilos nosotros! Que ya está bien.
Cosas de padres.
Esta noche se volverá a colar en mi casa ese extraño animal. No puedo más, no lo aguanto. Es una sensación de terror. El individuo, encima, es un noctámbulo.
Ya ha venido varias veces y aunque sé que pasará por delante de mi puerta y a mí no me molestará, temo que en el último momento cambie de opinión y venga a hacerme una visita.
No puedo soportar esta tensión. No puedo quedarme esperando a que aparezca, porque lo que es seguro es que aparecerá.
En una paranoia sin sentido, pero desde el día que se convirtió en realidad, tengo pesadillas, sufro de su llegada. No puedo más.
Tenéis que ayudarme.
Os ruego que os quedéis conmigo velando armas. Me da miedo que el resto de la familia se dé cuenta de mi terror. He simulado que barría mi habitación por el simple hecho de dejar olvidada la escoba junto a la puerta.
Debéis socorrer mi miedo.
Yo, solo, no puedo. Quiero huir, pero no debo. Soy el padre de familia, soy el último que debe infundir terror al resto. Debo dar ejemplo… pero estoy acobardado, no puedo... ¡No puedo!
Cuando mi mujer duerma, dejaré a mi hija a su suerte, me esconderé bajo las sábanas y esperaré el despertar de un grito.
Mi hija será la primera en anunciarlo.
El señor Pérez vendrá irrefutablemente. No puedo evitarlo. Estoy perdido.
No sé si volveré por aquí.
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P.D. Y menos mal que viene, pardiez, es un pesado.
Dos días llevamos llamándole, porque la paleta colgaba y no caía. Mi hija no comía. Purés, sopas con pajita… qué ganas de agarrarle el diente retorcido para ponérselo en la mano y comiera como es debido.
Hoy la hemos llevado al dentista. Ni cerraba la boca la condenada, ni articulaba palabra (y ya es milagro)… solo babeaba.
La dentista ha agarrado una barra de algodón manchada de un líquido y con dos dedos ha tirado.
¡Ya está! Ya lo tenemos aquí, puedes estar tranquila.
¿Tranquila? la hemos dicho. ¡Tranquilos nosotros! Que ya está bien.
Cosas de padres.
18 comentarios:
Un poquito histérico te veo...
Vale, perdón, pero no se si empezar a chillar para cuando me toque, creo que lo que más miedo me da es el tirón del dentista... el tirón que le puede arrear a mi cartera,
¿por cuánto nos sale la broma?
Besos.
No seas exagerada Amina...
Lástima que cuando uno es mayor... no venga el ratoncito Pérez.. Ayudaría la hipoteca de 50 años que tenemos contraída...jajajaja
Aunque a veces, el cambio puede ser fatal...
http://es.youtube.com/watch?v=hRPNE07Vu10
Saludos.
P.D.- Yo ya le estoy esperando, porque ya se mueve... y no cesan en recordártelo...
Bueno bueno, es un ratón por dios! le dará dinerito o algo y se irá, no irá por ti ;)
Oye, quien sabe... igual el señor Pérez simplemente tiene miedo de tu niña...:P
Besicos
Muy bueno el video manqueospese, me ha hecho mucha gracia, es de las cosas típicas que se le ocurren a los niños.
Lo del ratón perez para los mayores y ayudar a la hipotéca mejor que sea por el pelo que por los dientes, solo nos faltaba!!!
A mi hijo se le caen solitos pero... es emocionante el proceso, me gusta el ir a comprar el libro que le trae el ratón ( que le tre siempe un libro) y la carita que pone cuando lo ve por la mañana.
El primer diente lo tengo guardadito, como las marujas sí, jnto con su chupete y varias gilipolleces mas.
Cosas de madre
Pues yo no sé si tengo unos hijos raritos o qué pasa. Se negaron a que un ratoncito llamado Pérez se llevara sus dientes decían que querían tenerlos ellos de recuerdo, ni por el regalo!! (eso que me ahorré) pero el caso es que querían conservalos ellos y claro no les iba a decir: No tontos.....que es bromilla que los guardo yo jajaja.
Total que menos los primeros no tengo ni idea de por dónde andarán qui lo sa y ellos se perdieron su regalito, en fín, cosas de niños.
A mí me encanta todo el proceso: Al primer síntoma, ir haciendo acopio del regalito en cuestión; guardarlo bien hasta el día señalado; esperar el momento oportuno por la noche para hacer el canje y, por fin, la alegría del día siguiente.
Aunque ya empezamos a tener alguna descreída en la familia, por lo menos todavía queda uno con una fe ciega en el visitante.
Un saludo.
Esto de guardar los dientes, parece un rito de alguna tribu perdida del Amazonas para luego hacerse un collar.
Yo los guardo todos, eso sí, los limpio bien con mr. Proper y eso sí que es de marujas.
Pero por guardar recuerditos del nene, que no quede.
Besos
Te comprendo, Diógenes... yo también le tenía miedo al ratoncito Pérez :-)))) Recuerdo que alguien me dijo que se llevaba los dientes de los niños para hacerse una casa con ellos y ya el miedo se tornó en espanto total.
Siempre me lo imaginé como una especie de conde Drácula ratonil. Yo que tú no dejaba que se acercara a tu niña ni de broma :-))))
Muy bueno el video, Manqueospese... creo que el se encarga de las hipotecas no es el ratoncito Pérez, tengo entendido que son los Reyes Magos :-P
Yolanda... ¿Y sabes la dirección? o si tienes el móvil también me valdría...
Tienes razón Amina. Mejor ir pagando con los pelos, que luego cuando no sepamos de quién es la dentadura (si de tu pareja o tuya), lo mismo no estamos para echar cuentas...
¡¡¡CHARO!!!! ¡Le hacías el trabajo sucio al Ratoncito Pérez! No me lo puedo creer...
Y la última para dejar descansar al personal... Ninguno aquí, ha tenido que ir aprisa y corriendo, porque se le había pasado???? jajajaja. Eso es buenísimo... a mí me ha pasado un par de veces... ahora, no andéis preguntando, si eran incisivos o caninos... ¡Son tantos!.
Besos para ellas y abrazos para ellos. (¿Ellos? Diógenes dí algo, que estoy solo).
Manqueospese... ssssssss... ¿se ha ido ya el señor Pérez?
Amina, el histerismo existía, era producido por la tensión del autocontrol basado en no intentar hacer lo que hubiera hecho mi padre conmigo si me hubiera puesto igual que mi hija: darme en los morros. Ya se le han caido cuatro dientes con este, y ninguno había dado tanta guerra. La dentista no nos cobró nada. Nos djo que no tenía importancia y se conformaba con que la lleváramos a revisión dentro de unos meses. Parecía legal.
Manqueospese, y para la hipoteca, ¿qué se supone que debemos dejar en la mesilla?
Belén, el señor Pérez tiene mucho morro, viene porque está la niña dormida. A él le quería haber visto en las comidas del otro día.
Froiliuba, nosotros guardamos el primero. Pero luego decidío mi hija dejar escrita una carta al ratoncito en cuestión, pidiendole que dejara el regalo sin llevarse el diente, ya que le tenía mucho aprecio. Es verídico. No tiene morro la niña.
Charo, leyendo lo que hicieron tus hijos, me da que pensar que la mía me toma el pelo. Seguro.
Nana, uhmmmm... es que la descreida está hecha ya una señorita.
Curiosísima, extraño comportamiento el nuestro, sí. Pero, al igual que con los MAgos, merece la pena por solo verles esa sonrisa.
Comienzo a plantearme que lo mío es serio. No guardo los dientes del primero (a la segunda ni se le han caido), no guardo todos sus dibujos de la guardería, todos los regalos que me han "hecho" por el día de la madre, no lo guardo todo. ¿Os cabe todo en casa? es que la mía es pequeña y si me dedico a guardarlo todo, pues no sé.
Froiluba habla de un "proceso emocionante", que si, que yo es que ni siento ni padezco; igual es que no le ha pasado lo que a Virginia, pero no le veo yo tanto misterio y lo del regalo del sr. ratón Perez ni os lo cuento, igual me pegaís.
Definitivamente debo ser muy mala madre. ¿Qué se le va a hacer?
Pues yo, como todo el mundo insistía en que eran de leche y siempre fui precoz para la cocina, los usé para hacerme unos panqueques.
Nadie quiso probar los panqueques y, dado el éxito, nunca he vuelto a hacer panqueques. :(
Amina, ¿tú juegas con tus hijos, los llevas al parque, te inventas historias con ellos, dejas de hacer algo en la voragine diaria para estar un segundo con ellos, piensas en su felicidad?...
Entonces, si has contestado que sí, ¿porque te llamas mala madre?
Mus, eso te pasa por decir los ingredientes... la próxima... uhmmmm... no nos invites a cenar, jajajajaja.
Amina. Hubo una época en la que yo recriminé a mi madre por no guardar mi primer muñeco, mi primer vestido, por no tener apenas fotos mías de pequeña, y por un montón de "noñeces", que son las cosas pequeñas que uno puede guardar en un cajón.
Las que de verdad importan son las que guardas en otros sitios; sus abrazos, el olor de su cuello, sus manos echas para dar, sus miradas de confianza o enfado, su estar siempre ahí (aun sin estar). Seguro que de todo eso tú tienes cajones llenos...y son lo único que cuenta.
Un beso
Sus manos "hechas".
(es que también echaban mucho...:)))
Pues tendrá que hacerse amigo del ratoncito Pérez, no le queda otra opción dada la edad de su niña... aún le quedan varias visitas por recibir de ese señor ;-)
Un abrazo, "maestro".
P.D. Le deseo suerte en la firma de su libro y que dichas firmas sean muchaaaaaaaaaassssssssss.
Ya sé, el ratón se confundió y te llevó a ti, es que quería tus piños; por eso le tenías tu miedo.
¿Y ahora qué hacemos?
Vale, que estás firmando, ya te dejo en paz.
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