El pasado sábado estuve unas horas rodeado de libros. Uno o dos días al año, dejamos a un lado los números, y la cuentas ajenas... y bajamos a la librería...
Son días de guardia para algunos, odiados, no deseados para quién desea la monotonía de una oficina, pero para mí tienen su encanto... bueno, para mí, y para mi pequeña princesa...
Le encanta ir a buscarme, coger un libro de mariposas o bichos varios, y buscar colores y nombres difíciles para luego recordármelos... más tarde, persigue un buen plato de pasta... y un paseo por El Retiro...
Fue un día gris, amenazante... pero sin agua durante nuestro camino...
Me hizo subir detrás de ella por los caminos de la montaña de los gatos, pararme a ver sus cascadas... vimos también cerca, las ruinosas paredes románicas que nunca debieron estar allí... pasamos junto a la Casita del Pescador o bien la Casita de don Melitón, según mi hija... y saludamos a nuestro viejo olmo...
Pero el verdadero paseo vino a partir de aquí. Los árboles estaban pintados de amarillo, y marrón, según la niña... y en los paseos había nevado hojas...
¿Nunca habéis pegado patadas a los mantos de hojas que tapan los caminos? ¿Nunca habéis cogido brillantes castañas locas del suelo y habéis hecho carreras por alguna cuesta? ¿Nunca habéis jugado a buscar duendes en el parque como cuando erais niños?
Ha llegado el otoño con sus ocres caducos y verdes perennes entremezclados... puede que sea uno más... y puede que no lo sea...
Disfrutadlo entonces... es, lo que tenemos, lo que nos queda...
Son días de guardia para algunos, odiados, no deseados para quién desea la monotonía de una oficina, pero para mí tienen su encanto... bueno, para mí, y para mi pequeña princesa...
Le encanta ir a buscarme, coger un libro de mariposas o bichos varios, y buscar colores y nombres difíciles para luego recordármelos... más tarde, persigue un buen plato de pasta... y un paseo por El Retiro...
Fue un día gris, amenazante... pero sin agua durante nuestro camino...
Me hizo subir detrás de ella por los caminos de la montaña de los gatos, pararme a ver sus cascadas... vimos también cerca, las ruinosas paredes románicas que nunca debieron estar allí... pasamos junto a la Casita del Pescador o bien la Casita de don Melitón, según mi hija... y saludamos a nuestro viejo olmo...
Pero el verdadero paseo vino a partir de aquí. Los árboles estaban pintados de amarillo, y marrón, según la niña... y en los paseos había nevado hojas...
¿Nunca habéis pegado patadas a los mantos de hojas que tapan los caminos? ¿Nunca habéis cogido brillantes castañas locas del suelo y habéis hecho carreras por alguna cuesta? ¿Nunca habéis jugado a buscar duendes en el parque como cuando erais niños?
Ha llegado el otoño con sus ocres caducos y verdes perennes entremezclados... puede que sea uno más... y puede que no lo sea...
Disfrutadlo entonces... es, lo que tenemos, lo que nos queda...
4 comentarios:
Al mediodía intentare buscar esos paseos.
Gracias por recordarme lo que tengo tan cerca.
Yo soy de otoño. El verano me agobia, tanto calor. El invierno me repliega, tanto frío. La primavera me da alergia, tanto pólen. Asi que sólo me queda el otoño. Supongo que tiene algo que ver el hecho de que naciese en esta estación, porque me siento muy a gusto con los amarillos y los marrones en el paisaje, con la lluvia, con el striptease de los árboles, con las hojas por el suelo, con la lenta pequeñez de los días, con las mantas y los calditos, con la vuelta a la normalidad.
Yo no conozco El Retiro, pero justo delante de dónde yo trabajo hay un parque y veo los árboles y la hierba, y la lluvia, y la gente pasar con sus chuvasqueros y paraguas, y veo las hojas por el suelo, y veo los niños jugar cada día, y me dan envidia. Un día m gustaría tirarme como ellos por la hierba, y correr, y montar en la bici, y ...., vuelvo a entrar y vuelvo a ser adulta. Pero la gente que me conoce sabe que en el fondo soy una niña.
Un beso.
LIA.
Creo LIA... que sólo aquellos que alguna vez han sido niños, pueden volver a serlo...
Hay adultos que se escudan en la edad para renegar de todo aquello que les apetece por el solo hecho de tildarlo de infantil...
¿Falsas vergüenzas? ¿Roles obligados?... no lo sé... ellos se lo pierden...
Me gustan las mantas y los calditos... y ver como el viento empuja las nubes negras...
Un beso.
Creo que en el fondo es miedo al ridículo. Me gusta provocar a esas personas que van de adultas para que reaccionen, pero no suelen hacerlo. Me gusta cantar el cumpleaños feliz en un restaurante y ver que se ponen rojas, o bailar en medio de la calle para ver como disimulan, o hacer el tonto en cualquier ocasión para que se den cuenta que no pasa nada, que es bueno soltarse, que no deberíamos perder la naturalidad y la diversión simplemente por la edad. Que a veces es bueno ser niños otra vez, descubrir cosas nuevas, soñar con lugares imaginarios, intentar alcanzar la luna con tus manos, reírse, caerse, revolcarse, mancharse, hacer esas cosas olvidadas, y en muchos casos prohibidas por nosotros mismos. Nos empeñamos en "parecer" antes que "ser".
Un beso.
LIA.
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